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Ante un gran desafío, un reto o situación que nos supera y nos desestabiliza, sea en el ámbito profesional, empresarial o social, una vez pasado el momento shock, una de las primeras decisiones y acciones es un despliegue brutal de información.

Se monta un gran Plan institucional, organizacional, dirigido desde los mandos hacia las bases, y se le llama -equivocadamente- Plan de Comunicación. Digo mal llamado Plan de Comunicación porque con demasiada frecuencia se trata de:

  • un plan de defensa: tratando de excusar o eludir responsabilidades o culpabilidades
  • un plan de ataque: tratando de acusar y responsabilizar a los supuestos culpables o responsables

Sea cual sea el enfoque del despliegue de la información que se produce con una intensidad y frecuencia desorbitadas, se alude a expertos, informes, fuentes, estudios de solvencia sin nombrarlos ni identificarlos. Y, al mismo tiempo que se emite de forma incontrolada supuesta información «objetiva», surgen, con la misma virulencia pero con más capacidad de penetración  los famosos bulos y fakes. Estos bulos y fakes tienen un comportamiento que podemos «asimilar» a los virus biológicos de forma metafórica. Y, el resultado es similar: contaminan y destruyen. El efecto de estos comunicados es de alto impacto. Lo que no parece razonable y lógico dado que esta comunicación es descaradamente insolvente. 

La pregunta es, ¿qué ocurre cuando se comunica información solvente, contrastada, evidenciada? Curiosamente, por experiencia, podemos constatar que este tipo de comunicación cuenta con muy poco impacto en la ciudadanía, o en los receptores a los que se dirige. ¿Cómo explicar esta gran contradicción? Por un lado se demanda información veraz, al mismo tiempo que se atiende y comparte con más intensidad la información tóxica. 

Pongamos un ejemplo. Supongamos que mañana alguien, de teórico prestigio, o que ocupa un puesto de relevancia profesional, aparece en un medio de comunicación -o cualquier otro canal reputado- y dice <<puedo afirmar con total seguridad que el sol gira alrededor de la luna>>.  Afirmación que irá seguida de todo un alegato de argumentos, aparentemente fundamentados. 

Lo primero que ocurre es que surgen los seguidores formados por los adeptos a teorías absurdas. Las personas que, por tal de estar en contra del status quo, se suman a cualquier postulado por irrealista, disparatado o absurdo que pueda ser. Estos colectivos incluyen también a los seguidores del personaje o del canal y a  los voceros insensatos que a los que mola el ruido, venga de donde venga, sin pensar en consecuencias. Estos seguidores difundirán por todos los canales tratando de contaminar las mentes de miles de personas.

En paralelo, surgirán también los que se enfrentan, desmienten, atacan o se burlan, con igual virulencia. Ésta es la única consecuencia realmente consciente que se buscaba. Cuanto más ruido, debate, horas de televisión-radio, portadas o movimiento en redes sociales se provoque, más sensación de éxito se tiene. 

A continuación, y con un alto sentido de la responsabilidad, aparecen los sosegados científicos, expertos, técnicos especialistas. Y tratan de desmontar el bulo o la fake o la información absurda con todo lujo de demostraciones, evidencias, conocimiento fundamentado, incluso pruebas objetivas, teóricamente, irrefutables. 

El tema del ejemplo te parecerá absurdo, y lo es, porque solo trata de ser didáctico. Pero ¿qué opinas de las declaraciones de Trump sobre el uso de la lejía para desinfectar el sistema respiratorio?.  Conozco personas  -directivos reputados, profesionales de prestigio- que han sido capaces de disertar durante más de 30 minutos sobre un tema concreto, tras leer el título de un libro que les llamó la atención. Personas que disertan «de oídas, sin estudio ni reflexión». En un caso concreto, lo ridículo fue descubrir que no había leído el libro completo, cuando, tras leeerlo, es el propio autor quien desmiente su propia afirmación, que, como él mismo dice, «utilicé para llamar y atraer la atención«. 

¿Qué probabilidades hay de que esta información contrastada llegue a las personas confundidas?

¿Qué probabilidades hay de que las personas que están confundidas cambien de opinión? 

La lógica diría que lo que debe ocurrir es que, una vez “demostrada” la evidencia, todo el mundo acepte el postulado correcto. Pero todos sabemos que no es así. Thuler dice que los humanos son humanos, que no econs. Lo que podemos parafrasear diciendo que los humanos son humanos, que no científicos.  Para entender ésto, vamos a recurrir a dos sesgos cognitivos que nos ayudan a comprender cómo funciona la mente del humano: efecto Dunning-Kruger y efecto backfire.

Efecto Dunning-Kruger

El primero de ellos es el llamado efecto Dunning-Kruger . De forma comprensible podríamos decir que el efecto Dunning-Kruger es el polo opuesto al “solo sé que no sé nada de Sócrates”. “Cuanto menos sé, más creo saber”. 

Este sesgo cognitivo explica y describe que las personas que tienen menos conocimiento, habilidad o capacidad técnica de una determinada disciplina o actividad, son los que más se empoderan en su escaso conocimiento, que consideran correcto y total. Esta soberbia o sobrestimación conduce a estas personas a conductas que los convierte en ultracrepidianos (palabra no reconocida por la RAE pero muy utilizada). 

¿Qué produce el efecto Dunning-Kruger en las personas que lo padecen, lamentablemente muchas en estos momentos?

  • Ceguera intelectual: se convierten en resistentes a cualquier información que difiera de su creencia. 
  • Soberbia intelectual: se convierten en “ultras”, actúan como hooligans, y se empoderan en su falsa razón con total autoconvicción. Su objetivo es convencer a todos los demás, a los que consideran incompetentes. 

El efecto Dunning-Kruger se basa en diferentes estudios psicológicos que han demostrado:

  • a mayor incompetencia, menor capacidad de reconocer la propia incompetencia.
  • a mayor incompetencia, menor capacidad de reconocer la competencia de los demás. 

¿Tiene “cura” este sesgo cognitivo?, dicho de otro modo, ¿cómo tratar de que alguien salga de ese sesgo mental?

La respuesta es sí, se les puede ayudar a salir. 

El error frecuente es considerar que la mejor forma de sacar a alguien de un error de conocimiento, es diciéndole que está equivocado, o aportando información diferente. Con este comportamiento sólo conseguirás encerrarlos más. ¿Qué hacer entonces?: tratar de que APRENDA. 

Cuando la personas incompetentes profundizan más y más en el área de conocimiento de la que cree saber, se dará cuenta de que cuanto más sabe, más le falta por conocer. Se va aproximando al “solo sé.., que no sé nada”, conclusión al que suelen llegar los auténticos sabios. 

 

Efecto backfire [tiro por la culata]

El segundo sesgo cognitivo que está emergiendo con virulencia en estos momentos es el llamado “efecto backfire” (traducido comúnmente como tiro por la culata)

Como decía antes, desde una reflexión puramente lógica, podríamos suponer que si se cuenta con la evidencia necesaria para refutar una determinada creencia, debería ser fácil para las personas renunciar a esa creencia y adoptar la otra. Todos sabemos que no es así. Popularmente decimos que: cada uno cree lo que quiere creer. Científicamente se trata de un tipo de los sesgos de confirmación. 

Las personas que tienen el sesgo cognitivo de confirmación  viven en una distorsión de la realidad derivada del hecho de que sólo aceptan lo que coincide fielmente con su creencia o convicción. De hecho, no sólo rechazan los argumentos diferentes, rehúsan completamente el hecho de escucharlos. 

¿Qué supone este sesgo? Seguir en RRSS a quienes se sabe que van a decir lo que quiero leer, me gusta escuchar y me reafirma en mi postura. Cuando elijo un periódico, radio o noticiario de televisión, lo hago en base a esa coincidencia. En definitiva, estas personas alimentan y retro-alimentan sus convicciones nutriéndolas de información e ideas asimiladas a sus creencias. 

Hasta aquí parece sencillo de comprender. Si sólo ves el mundo desde una perspectiva, parece comprensible que creas que ésa es la única realidad. 

Lo curioso, que demuestran los estudios psico-sociológicos el llamado sesgo cognitivo backfire es la autoafirmación a partir de la evidencia de un error. Son personas tan auto-convencidas y resistentes a abrir su mente a alternativas, o a aceptar que puedan estar equivocadas, que cuando se les presentan evidencias científicas irrefutables que contradicen o desmienten sus afirmaciones, se reafirman mucho más en ellas.  De hecho, estas personas usan esas evidencias, conocimientos, o argumentos que contradicen sus posturas para reafirmarse más.  Son personas inteligentes, con habilidades dialécticas, capaces de dar la vuelta, retorcer e incluso reinterpretar y utilizar cualquier argumento con tal de terminar alineándolo con su postura, en la que estará cada vez más reafirmada. Es por ello lo de «el tiro por la culata». Porque se trataba de usar las evidencias para desmontar creencias falsas, y lo que se consigue es exactamente lo contrario, reafirmarlas mucho más. 

Tratar con estas personas no es fácil. Y tratar de convencerlas de su error es bastante inútil. 

 

Conclusiones sobre los sesgos cognitivos

  • El efecto Dunning-Kruger existe siempre, pero se incrementa o acentúa en momentos de alta incertidumbre. 
  • Nadie está exento de este sesgo cognitivo, pues, por mucho que se sepa de algo, nunca se sabe de todo. Estar alerta de este sesgo es una muestra de inteligencia. 
  • Cuanto más perezoso intelectualmente se es, más riesgo de sufrir este sesgo. Por tanto es clave trabajar la mente: leer, estudiar, cultivar el conocimiento, en definitiva, APRENDER. 
  • El efecto backfire es altamente complejo de contrarrestar, dado que  se retroalimenta de la verdad. 
  • El sesgo de confirmación con efecto backfire demuestra por qué sociológicamente, la tendencia normal es la polarización. A las personas les es fácil elegir un equipo de futbol, un partido político, una religión, una marca. A partir de ahí, el resto son enemigos, equivocados, adversarios, malos… Lo complejo es que un seguidor de un equipo, admire o aplauda un jugador de otro equipo rival. 

 

Como individuos y como colectividad podemos trabajar para evitar estos sesgos:

  • Conocerlos y reconocerlos en nosotros mismos, ante todo. “La verdad; La razón; Lo correcto; Así es…;” son expresiones que pueden darnos pistas del mapa mental que tenemos. 
  • Decidir aceptar que sólo sé, conozco, percibo o accedo a una parte del todo. Siempre hay alguna otra perspectiva, más información, o nuevas opciones. 
  • Decidir APRENDER. No sentirse nunca satisfecho con lo que se sabe. Renunciar a la autoconsideración de experto. 
  • ACEPTAR la DIFERENCIA, multilateralidad, diversidad y novedad como parte de ese aprendizaje. Cuanto más distante a mi postura; cuanto más diferente a mi percepción; cuanto más sorpresa me produzca la realidad o información que reciba, más atención le voy a poner. 
  • Renunciar al juicio facilón y simplón. Renunciar a etiquetar a las personas o los hechos de forma taxativa. Renunciar a clasificar o calificar la realidad en base a posicionamientos definidos y definitivos. 

Vivimos demasiado deprisa. Consumimos información en resúmenes y titulares. Nos dejamos contaminar de impactos resumidos en emoticones. Hemos perdido el hábito del estudio y la reflexión, fundamentales para el pensamiento crítico. 

Es un reto. ¿te apuntas?

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